El nuevo Jefe del Ejecutivo español, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, fue investido Presidente del Gobierno con toda legítimidad jurídica. Es evidente, sin embargo, que su falta de escrúpulos y su mitomanía patológica le hacen carecer de legitimad moral. Conviene recordar que la salvaguarda de ésta no puede sustentarse en mentir a los electores para llegar al Gobierno haciendo exactamente lo que prometió que no haría.
Al margen de esto, que a día de hoy solo podía sorprender a incapaces, hace unas horas hemos conocido dos hechos de extrema gravedad que atentan contra los valores que desde el siglo XVlll no se ponen en cuestión en ninguna democracia que se precie.
Su propuesta para nombrar a Dolores Delgado como Fiscal General del Estado y las declaraciones institucionales pretendiendo defender la legitimidad de Quim Torra como Presidente de la Generalidad de Cataluña, desacatando por tanto las resoluciones del TS y de la JEC, son gravísimos e intolerables ataques a la CE, al Estado Liberal y a la separación de poderes promulgada por Montesquieu.
Desde el momento en que se vulnera sin consecuencias el sistema jurídico y se atenta impunemente contra el pilar en el que éste se sustenta -la referida separación de poderes- España vuelve a ser, cuarenta y cinco años más tarde, una dictadura.
¿Algun miembro de este Gobierno tiene la intención de ocupar, cuabdo llegue su hora, el lugar que dejo vacío Franco hace unos meses?
Mientras unos celebran la sublevación de un nuevo Frente Popular y otros pretenden el levantamiento de un nuevo Frente Nacional, algunos lloramos la muerte del legado de Montesquieu.
"Beatus ille tempus"
Coloradín Perborato.
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