PAZ Y TODO BIEN

 


 

En los últimos tiempos todos hemos escuchado o, incluso, pronunciado frases como “vivimos tiempos de mucha crispación”.  

 

Ahora, lamentablemente, la cosa parece más seria.  La crispación ha evolucionado y con las acciones de unos y las reacciones de otros nos estamos encontrando, al menos en Madrid, ante un ambiente que, tal vez, pueda tacharse ya de prebélico. Creo que, aunque algunos aprovechen el momento para juntarse con los amigos y corear gritos absurdos que no demuestran más que mediocridad, no debería ser este un momento para moverse a base de comportamientos banales, y sí el de defender, PACIFICAMENTE, unos derechos que yo también considero estan siendo ultrajados a todos, también a sus preceptores, sin más motivo que la egolatría de quien nos está dirigiendo a un abismo que, haya o no amnistía, no tendrá buena solución.

 

Manifestarse es un derecho y muchas veces, ahora más que nunca, del todo necesario y legítimo. Pero no entiendo a aquellos que aprovechan un sentir compartido por muchos como la chance perfecta para actuar como figurante de una película de guerra, demostrando afrontar el asunto casi a cachondeo y con una inmadurez vergonzante ante una realidad que es seria y preocupante. En definitiva, ese comportamiento tan humano y tan bien definido por Ortega en “La Rebelión de las Masas”.

 

Ni vamos a salvar España, ni la bandera nos da de comer, ni los que dicen pensar de forma contraria a nosotros son los enemigos más malvados del cuento chino que entre todos, con nuestras manipulaciones y la capacidad que tenemos para dejarnos manipular, estamos construyendo.

 

Me siento igual de ajeno cuando me tachan de rojo que cuando me tachan de facha. Ni lo uno, ni lo otro; porque, sencillamente, no se exactamente que requisitos hay que cumplir para quedar incardinado en uno u en otro cupo. Lo que se, es que, hasta el momento, no he encontrado una sola persona con la que comparta pensamiento íntegramente. Por eso no entiendo los gritos de “puto rojo el que no bote eh” ni entiendo la “reflexión” que ha hecho el periodista Carles Francino en su programa de radio. Ambas cosas, me generan rechazo porque buscan aplausos tan fáciles como irreflexivos y contrarios a la realidad.

 

Esta en juego la convivencia. Esa que, tan sólo, sobrevive a las dificultades que le son inherentes en base a unas reglas asumidas por una gran mayoría que nos permiten conocer, antes de actuar, las consecuencias de unos actos que nos exponen y protegen en la misma medida.

 

La amnistía es, absolutamente, contraria a derecho porque es contraria a la convivencia y atenta contra el principio de seguridad jurídica y el principio de legalidad. Sus beneficiarios sabían las consecuencias de sus actos y, de hecho, siguen anunciando que volverían a hacerlo. No se puede amnistiar a quien no se arrepiente de lo que, por mayoría, se ha decido conlleva punición.

 

Esta amnistía, además, es ilegitima porque la promueve el estado de necesidad de un señor que perjuró ser contrario a una institución que, según sus propias palabras, era inconstitucional. ¡Hay que saber perder!

 

Sánchez es el peor dirigente que se puede tener. Cínico, mentiroso compulsivo, psicópata, felón, ególatra, chulo y autócrata. Pero, ante todo, es indigno por no asumir que su derrota, sin paliativos, no puede convertirse en victoria al corromper una declaración de principios reiterada hasta la saciedad que avaló su pobre resultado para, en un ejercicio de manipulación maquiavélica, venderse como el representante de un bloque “vencedor” conformado por muchos, que entre sí no se entienden, antagónicos a su proyecto. ¡Es repugnante!

 

Pero la repugnancia, que atenta contra la convivencia, no se contrataca a golpe de insultos, ni de extremismos, ni, mucho menos, atentando contra el mobiliario púbico. Eso, creo yo, que es igual de repugnante.

 



Si no queremos alentar la resurrección de pasajes, no tan lejanos en el tiempo, escritos con tinta roja, defendamos la ley con la ley y nuestra razón con la razón. Ningún gobernante, por malo que sea, es eterno y las consecuencias de sus actos son mucho menos relevantes que las consecuencias de los actos de la sociedad en su conjunto.

 

No contribuyamos a agravar y alargar una situación que, de por sí, es lo suficientemente penosa.

 

PAX ET BONUM

                                                                                                                 Coloradín Perborato

Comentarios

  1. 👏👏👏👏👏👏, pero difícil solución y dudo mucho que ahora Pedrito pinocho tenga algo de dignidad, y su panda tampoco.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario